pero ha de ser vivida mirando hacia delante
(Sören Aabye Kierkegaard)
- Estaba sentada ahí. Yo la ví y observé todos sus movimientos. No sé en qué estaría pensando...; pero al sacarla, observé una cara de felicidad en su rostro. Fue como si hubiera vuelto a nacer.
Caminado por la playa se sintió sola. Solo una botella de cerveza y la suave brisa del Mediterráneo, junto con el sonido de sus olas al romper,eran su compañía. Pero esto no era suficiente para ella. Necesitaba más. Más.
No sabía qué podía ser, y en su interior sabía que sentía un vacío que ni los paisajes más bonitos que la rodeaban podían llenar.
Era de noche, la luna llena era la única luz que guiaba su paseo hacia ningún lugar, pues se dejaba llevar, no tenía prisa. Cuando las rocas ya no le permitieron vagar como un alma sin rumbo, fue consciente de hasta dónde había llegado. Miró hacia atrás, tomó un trago de cerveza, y siguió adelante. Esta vez decidió escalar por las rocas. Se sentó en una de ellas, se descalzó y metió los pies en el mar.
No le daba miedo estar sola, le gustaba esa sensación de paz que el mar a esas horas le otorgaba. De vez en cuando esa paz se alteraba con gritos de gente que disfrutaban al igual que ella de una agradable noche de verano. No le daba envidia que estuvieran acompañados, riéndose y contando anéctotas, pues en ese momento ella necesitaba soledad. Necesitaba aclarar sus pensamientos, saber quién era realmente, darse la oportunidad de conocerse mejor.
Al mirar a la gente, se dio cuenta de que sin quererlo estaba recordando acontecimientos de sus pasado, algo que a ella jamás le gustaba, pues nunca quería mirar hacia atrás. Pero, sin embargo, reconocía que era totalmente inevitable. Tomó otro trago de cerveza.
Ahí, sentada, sin moverse, se dio cuenta de lo ocurrido. Reconoció que esa gente que tanto se reía era la que le había hecho acabar en esas circunstancias. Ella tenía muy claro que no se iba a dejar llevar por la marea del conformismo y del estereotipo. Sabía que era diferente, y por eso la clasificaron como tal, apartándola del mundo, alejándola poco a poco, hasta conseguir que sus mejores amigos se convirtieran en sus más temidos enemigos, pues sabían demasiadas intimidades, demasiadas...
Ellos, los que la traicionaron, la habían aceptado como lo que era, una chica normal pero con pequeñas manías y rarezas que particularmente solo ella tenía. Cuando les conoció se sintió semejante a ellos, y entonces se dio cuenta de que había merecido la pena pasar un caos para conocerlos. Se sintió feliz por ello. Hasta que un día, sin saber por qué la empezaron a tratar como una oveja negra, a la cual nadie quería, pues el resto de la gente sentía una gran envidia de ella.
Siempre tuvo la filosofía de que si todos eramos iguales el mundo sería aburrido. Siempre lo tuvo claro, pero no entendía como el resto de la gente era como un rebaño en el que a todos le gustaban las mismas cosas, ir a los mismos sitios...para ella, esto solo significaba un mundo gris, sin nada nuevo que experimentar.
Tomó otro trago de cerveza, y empezó a deslizarse hacia abajo. Poco a poco se fue sumergiendo en el agua. Notó como el agua la iba empapando progresivamente, desde las piernas hasta cubrir totalmente la cabeza. Notó varios escalofríos, pero su cuerpo se iba acostumbrando a medida que iba penetrando en el agua. Ahora se sentía feliz, pues estaba dentro del mar que tanta paz le daba.
Pasaron los minutos, y ella seguía sumergida. Pero bajo las aguas no pasaba el tiempo, no se daba cuenta de lo que estaba empezando a ocurrir. Sintió un gran alivio y tranquilidad, demasiada tranquilidad. Comenzó a pensar de nuevo en todo lo que la había llevado a estar ahí, a querer alejarse de todo, a dejar de pensar, a no recordar todo lo sucedido...
Fue entonces cuando se sintió fuerte para continuar, para afrontar cosas que hasta ahora no había podido superar. Pero ya era demasiado tarde. Su fuerza física era insuficiente para salir de allí. Poco a poco iba sintiendo como iba perdiendo el conocimiento, su cuerpo no tenía suficiente oxígeno para continuar.
En su rostro se dibujo una sonrisa, pues a pesar de ver como su final se iba acercando poco a poco, no estaba arrepentida de haber tomado la decisión de "descansar en paz", y se sintió aliviada por haberse librado de una gran carga que la había perseguido tantos años.
En lo que no pensó fue en la gente que actualmente había encontrado y la quería. Suerte tuvo de que los que la conocían, y sabían perfectamente donde iba a estar a esas horas de la noche. Fueron ellos, su presente y su futuro, los que la ayudaron a volver a nacer, y a salir del estancamiento que tenía en su pasado.
No importa quiénes hayamos sido en el pasado. Importa quiénes somos ahora. Porque a base de las experiencias hemos aprendido que hay cosas que es mejor dejarlas pasar; simplemente que sigan su curso.
Vivir en la ignorancia, muchas veces nos hace felices; pero esta a veces te puede jugar una mala pasada. Hay que saber afrontar las cosas, buscando una estrategia u otra. No hay que dejarse llevar demasiado por todo lo ocurrido, porque nunca sabes qué pasará por tu mente en un determinado momento, y en qué circunstancias.
a veces "dejarse ir" es la forma más fácil de sortear dificultades, pero nunca se acaba con ellas de esta manera. La gente valiente es la que sigue adelante derribando obstáculos.
ResponderEliminarPara derribar obstáculos no hay mejor arma que la propia experiencia, porque, al fin y al cabo, somos animales, de esos que aprenden por ensayo y error :)
Encanta(s)me :)