“Los problemas no se pueden resolver en el mismo nivel de pensamiento en que han sido creados”
Albert Einstein
Algunas situaciones a las que nos debemos enfrentar a diario, las podemos superar sin dificultad con unas estrategias u otras; pero cuando estas nos fallan (o nos faltan) recurrimos a la popular frase de: "el tiempo todo lo cura". Pero muchas veces el tiempo, no soluciona esa situación particular, no porque seamos débiles, sino porque no contamos con los recursos suficientes para enfrentarla. El estrés laboral, problemas de pareja, la llegada de un hijo o el duelo, son algunas de las circunstancias que pueden desbordar nuestros recursos. Y es aquí cuando los problemas emocionales se acentúan: apatía, desmotivación, angustia, desesperanza... Y quizá en esta situación uno debería acudir a un psicólogo, pues con sus herramientas profesionales puede ayudarnos a sobreponernos.
Muchas personas piensan que acudir a un psicólogo, implica asumir la incapacidad de solucionar los problemas por sí mismas. Como decía unas líneas más arriba, tenemos la capacidad para afrontar una situación con las estrategias con las que contamos; sin embargo, cuando las emociones y los pensamientos se hacen tan intensos, nos desgastan, y perdemos nuestra capacidad de autogestión. Y llegados a este punto es de mucha utilidad contar con una persona neutral que pueda ayudarnos a ver la situación desde otra perspectiva y devolvernos el "control" de nuestras vidas.
El trabajo del psicólogo, es por tanto, crear un vínculo diferente a la amistad (seguramente muy distinto a cualquier otro tipo de relación), indagar en la historia de quién le necesite (siempre desde el respeto) y facilitar el proceso de cambio. Y esto último hemos de tenerlo cuenta, pues la labor del psicólogo no es aconsejarnos sobre cómo solucionar nuestros problemas, sino favorecer el camino por el cuál descubrir nuevas formas de afrontamiento o desarrollar las potencialidades que todos tenemos ocultas.
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