Los miedos evolutivos son respuestas universales, no aprendidas, que van apareciendo a diferentes edades y que se superan espontáneamente. Por otro lado hay que distinguirlos de las fobias que a diferencia de los miedos evolutivos, persisten durante años.
Estos miedos no aprendidos se engloban dentro de cuatro categorías globales:
- Miedo a estímulos intensos: fuertes ruidos, tormentas...
- Miedo a la ausencia de estímulos: la oscuridad (uno de los más frecuentes)
- Miedo a estímulos desconocidos: miedo a los desconocidos , interactuar con desconocidos... (tanto adultos como niños)
- Miedo a estímulos que pueden suponer un peligro para la supervivencia: las alturas, animales salvajes...
MIEDOS EVOLUTIVOS MÁS FRECUENTES POR EDADES:
- Primer año de vida (0-12 meses aproximadamente): respuesta de llanto ante estímulos intensos y desconocidos, también cuando se siente desamparado y quiere cubrir una necesidad. Miedo a la separación de la figura de apego, personas y objetos extraños.
- Inicio niñez (12-30 meses aproximadamente): miedo a la separación y a los extraños, miedo a pequeños animales.
- Preescolar (30 meses- 6 años aprox.): miedo la soledad, la oscuridad y a los seres imaginarios (monstruos, fantasmas...), a los animales (aquí es donde pueden comenzar las fobias que pueden permanecer en la vida adulta).
- Niñez media (6-11 años aprox.): miedo al daño físico (muerte, peligro...) o a los médicos (heridas, sangre e inyecciones), comienzo de los miedos escolares (ridículo, crítica, mal rendimiento escolar...), y temor a los conflictos familiares (divorcios, discusiones...)
- Preadolescencia (11-13 años aprox.): miedos escolares, sociales (relaciones interpersonales) y autoimagen.
- Adolescencia (13-18 años aprox.): Pérdida de autoestima, miedos sociales y éxitos académicos, reconocimiento por parte de los demás. Necesidad de búsqueda de identidad.
ORIENTACIONES PARA LOS PADRES
No es recomendable forzar al niño a enfrentarse a las conductas que teme. Deberemos hacerlo a través de aproximaciones sucesivas. En el caso del frecuente miedo a la oscuridad, podemos hacer que la habitación vaya teniendo distintos grados de iluminación, disminuyéndola hasta llegar a la total oscuridad, para que el niño vaya progresando poco a poco. Podemos reforzar al niño tras su éxito de exposición a las distintas iluminaciones con algún premio o realizar una actividad conjunta de su agrado. Durante estas aproximaciones, podemos emplear el juego y la imaginación. Pero ante todo no podemos olvidar que el niño irá avanzando poco a poco.
Otras técnicas psicológicas que se emplean bajo supervisión de un profesional son las escenificaciones emotivas (incluye la aproximación sucesiva al objeto o a la situación temida junto con una serie de instrucciones en las que el héroe favorito del niño y el mismo se enfrentan a ese miedo) y el modelado (el niño ve como el adulto se enfrenta a la conducta temida, aunque es más eficaz si el modelo es de su grupo de iguales). Ésta última técnica ha resultado eficaz también grupo. Por otro lado, a veces será conveniente usar técnicas de relajación.
IMPORTANTE:
Cuando los miedos son más severos, perduran más en el tiempo y alteran significativamente el funcionamiento del niño en sus distintos entornos (familiar, escolar o social) podemos encontrarnos con miedos que ya no formarían parte del ciclo evolutivo “normal” sino que deberían ser objeto de tratamiento especializado (fobias específicas, trastornos de ansiedad u otros). Ante cualquier duda consulte con un profesional de la salud.
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