Televisión: ¿sí o no?


"Toda la televisión es televisión educativa. La cuestión es saber qué se esta enseñando."
Nicholas Johnson


La televisión cumple una importante función educativa ya que aporta gran cantidad de información, además de permitir conocer otras realidades distintas a la nuestra; además ofrece a los niños una gran variedad de contenidos en los diferentes programas. Aunque es verdad, que muchos de ellos tienen a fomentar la agresividad en vez de promover valores positivos. Muchos de los estudios llevados a cabo, demuestran que programas en horario infantil muestran excesiva violencia. Un buen programa educativo transmitido por televisión debe potenciar el desarrollo de habilidades intelectuales y sociales, así como colaborar a la formación de un adecuado sistema de valores. 






La mayor parte de los psicólogos están de acuerdo en que la observación de violencia en los medios de comunicación aumenta la probabilidad de que los espectadores actúen de manera agresiva. Por otra parte, cuando la violencia pasa a transformarse en una actitud común, los espectadores se desensibilizan frente a ella y llegan a reaccionar pasivamente frente a los hechos reales de agresión. 

Las investigaciones de Bandura sobre el moldeamiento muestran que frecuentemente las personas aprenden e imitan la agresión que observan. En uno de los experimentos más conocidos de Bandura  y sus colaboradores, un grupo de niños vio una película en la que aparecía un adulto golpeando salvajemente a un muñeco inflable de un metro y medio de altura. Cuando se dio a los niños la oportunidad de jugar con el muñeco, exhibieron el mismo comportamiento agresivo que habían observando a anteriormente. 

Otro estudio realizado en EEUU mostró que las personas que vieron mucha televisión cuando estaban en el colegio fueron, cuando eran adultos, mucho más agresivos que aquellos que habían visto menos TV. Parece ser que observar mucha violencia en televisión hace aparecer la agresión como una respuesta legítima frente a algunas situaciones determinada.

Por otra parte, el ver violencia puede también distorsionar nuestra comprensión del significado de la conducta de los otros. Entonces podemos atribuir características de agresión a actos que en realidad no son agresivos y actuar de  acuerdo a esta interpretación errónea, respondiendo agresivamente. 

Es importante enseñar a los niños, de manera explicita, que la violencia en la televisión no es representativa del mundo real, que la observación  de la violencia no es buena y  que deben abstenerse de imitar el comportamiento agresivo que vean en la tele.


En otro interesante experimento con niños de primaria (Huesman,1983), que estaban acostumbrados a ver mucha televisión, se les enseño cuáles eran los trucos de la cámara utilizados para producir  la ilusión de agresión y por otro lado, se les mostró que la conducta agresiva de la televisión no es el comportamiento que prima en su grupo social. Por último, también vieron que las personas que se enfrentan a problemas tienen otras alternativas para solucionarlos sin recurrir a conductas agresivas y que el observar violencia televisiva no es una conducta deseable. 

El resultado fue muy positivo, pues pudo comprobarse que aquellos niños que recibieron esta educación mostraron niveles mucho menores de agresión que otros niños que no habían participado.  Por otro lado, también se observó que estos niños mostraban una actitud mucho más negativa frente a las conductas agresivas televisivas.

Por lo tanto, si los personajes de la tele sirven como modelos para las conductas agresivas, es lógico que también puedan ser útiles para fomentar conductas sociales deseables. Teóricamente, al menos, las conductas prosociales  que sean mostradas en la tele podrán ser imitadas por los niños, promoviendo con ello, comportamientos de simpatía, cooperación, comprensión de los sentimientos de los demás... 


Televisión si, pero con programas que fomenten la empatía y la asertividad.


Es preciso poner el inmenso potencial de la televisión al servicio de la sociedad. La responsabilidad de lo que se enseña a través de la pantalla, recae sobre todos nosotros: padres, profesores y demás profesionales. Hasta hoy, los niños han visto cientos de horas de violencia frente a la televisión. Ha llegado el momento en que todos los que sintamos alguna responsabilidad por el futuro de los niños exijamos que se les ofrezcan programas educativos y constructivos. 

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