Cómo podemos entender a nuestros hijos


"Nuestro carácter es el resultado de nuestra conducta." 
Aristóteles

La dependencia del niño hacia sus progenitores, es un proceso natural, el cual tiene que ver con la seguridad, el apoyo y la alimentación. Los padres que castigan a sus hijos porque no se comportan de la manera esperada, no son "malos padres". Por lo que debemos saber dos cosas fundamentales acerca de cuando un castigo es malo:

  • cuando no sirve para cambiar la conducta de un niño
  • cuando acarrea consecuencias no deseadas para el niño

Los padres aumentan la seguridad de sus hijos cuando dicen exactamente lo que pretenden, clara y coherentemente. Por ello se logrará que el hijo adquiera mayor responsabilidad, cuando se le considere responsable de sus actos. La mayoría de los problemas que surgen entre padres e hijos, son causados por la lucha por poseer el poder y el control. Por lo que los padres han de saber cómo ganar "esta batalla" cuando sea necesario, de modo que puedan conceder poder a sus hijos cuando sea más aconsejable.





La fórmula para resolver estas dificultades radica en establecer unas normas y resaltar las consecuencias que pueden derivar si se rompen, siempre de forma coherente. Las normas más efectivas contribuyen a que el niño aumente su seguridad, y consecuentemente a que disminuya su mal comportamiento. 

El conjunto de normas establecidas define por un lado las relaciones entre los  miembros de la familia; y por otro, formas de tomar decisiones.  El procedimiento para marcar normas y limites deben ir cambiando a medida que el niño se va desarrollando físicamente y moralmente; y también bajo las nuevas condiciones familiares que vayan surgiendo.  Si dentro de la familia no se produce un cambio semejante, el caos resultará intevitable, por lo que todos sus miembros sentirán inseguridad y ansiedad cuando exista confusión e incomprensión acerca del papel que cada uno debe tener para comportarse adecuadamente. 


PASOS A SEGUIR PARA ESTABLECER NORMAS


1. Observar cuidadosamente a los hijos: cuando los padres están presentes, el comportamiento de un niño es diferente, al que habría cuando ellos no están.  La forma de acercarse a esos "otros" comportamientos hay que observar a los niños sin que se den cuenta de su presencia. Otra forma sería, preguntar a parientes o amigos cercanos para ver cuál es su opinión. Debemos de tener en cuenta que hay que evitar la tendencia a ver solo las conductas negativas, ya que no nos permitirá observar su conducta en general. Una de las mayores dificultades que se plantea en esta cuestión, es los deseos de los padres de intervenir en su comportamiento. Si esto sucede, se logrará que el hijo tenga una conducta indeseada, en vez de un comportamiento "adecuado".



2. Analizar situaciones problemáticas: hay que seguir varios pasos:
  • En primer lugar se averiguará cuál es el problema,es decir, definirlo.  Y la mejor manera de hacerlo es identificar una conducta que se quiere cambiar. Una de las cosas que suelen hacer los padrees, es intentar modificar el estado emocional o los sentimientos del niño; pero en realidad, lo más eficaz es que si se modifica una conducta, se modifica el estado emocional. 
  • Tras haber definido el problema, es hora de analizarlo. Para ello, habrá que preguntarse lo siguiente: ¿cuándo ha surgido? ¿cómo? ¿cuáles son sus consecuencias? ¿qué parte de él nos corresponde? ¿cómo reaccionamos? ¿entendemos por qué reaccionamos de ese modo? ¿qué nos gustaría hacer? ¿cómo nos gustaría que se solucionase la situación por sí sola?
  • Una vez analizado el problema, se pasará a formular distintas formas de cómo resolverlo.  Después de plantear distintas propuestas, se revisará cada una de ellas, teniendo en cuenta si somos capaces de llevarla a cabo, las consecuencias para el niño y nosotros y si la opción elegida es razonable en cuanto al tiempo, energía y dinero. 
3. Establecer las normas: los padres deben asegurarse de poder distinguir cuándo se ha cumplido la norma y cuándo no. Hay que describir las normas con detalle  y debe existir alguna consecuencia previsible si se rompe el cumplimiento de dicha norma.

4. Ser coherentes al aplicarla: los padres a los que se les hace difícil tomar decisiones respecto a sus hijos no tienen confianza en cómo se debe actuar. Para algunos padres, cualquier resultado que no sea una comprensión inmediata y espontánea o una respuesta efectiva a las dificultades, es señal de su incapacidad personal, y esto es un error, pues "nadie ha nacido siendo padre", es algo que se aprende.

No es sencillo adoptar decisiones sobre cómo proceder con los hijos, con lo que los padres tendrán que analizar tranquilamente las dificultades de sus hijos y  para decidir qué hacer. Cuando los padres se muestran indecisos, los niños lo perciben y como decía anteriormente, afecta a sus sentimientos y a su bienestar y seguridad.

Si nos equivocamos al escoger,  juntos (padres e hijos) se corregirán los errores del pasado.  Esta voluntad de actuar con decisión, incluso ante la posibilidad de cometer errores, es lo que permite al adulto adquirir cierto grado de confianza, la cual proporcionará la capacidad de corregir sus errores. Cuando los padres admiten sus errores y aprenden de ellos, también están creando el clima necesario para que los hijos, a su vez, admitan sus propios errores y aprendan de ellos.


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